CHIRCALES Y LOS VILLARES

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A unos cinco kilómetros de Valdepeñas de Jaén se encuentra la conocida “Ermita de Chircales”, cuyo Cristo es muy venerado en toda la comarca.

El origen de la ermita se remonta al siglo XVI cuando algunos ermitaños se instalaron en unas cuevas que existían en ese paraje valdepeñero rodeado de quejigos, Chircales.

Existen dos versiones en torno a la aparición del cuadro del Cristo de Chircales. Una de ellas, cuenta que unos pastorcillos se adentraron en la cueva, observaron como había un lienzo colgado de un clavo. Pensaron utilizarlo para trajes de vestir, pero al desenrrollarlo descubrieron una pintura con la imagen del Señor agonizando en la Cruz. Otros relatan que aquellos ermitaños que vivían en las cuevas dieron posada a un arriero que traía paños para vender. Al desliar uno de ellos, apareció la imagen del Cristo y en agradecimiento les donó la pintura.

El cuadro del Cristo de Chircales representa a Jesucristo en la Cruz, acompañado de la Santísima Virgen, San Juan y un ermitaño al fondo, posiblemente el hermano Ginés. A los pies de la Cruz hay una carabela humana entre dos huesos cruzados. De los labios del Cristo sale una cinta con esta inscripción: Pater ygnosce illis quia nesciunt quid faciunt. En el respaldo se representa la exaltación de la eucaristía y que sólo puede ser apreciado cuando el cuadro sale en procesión.

Investigando un poco más sobre el origen de la devoción al Cristo de Chircales, descubrimos que posiblemente el verdadero origen de esta pintura fue un encargo de Ginés de Nápoles. Él habitaba junto a otros ermitaños y algunos sacerdotes en las cuevas del paraje de Chircales, quienes con mucha paciencia y estrechez económica fueron construyendo poco a poco la que hoy es su ermita.

El principal milagro surgió a raiz de una epidemia de cólera en dicha población. Un grupo de familias de la calle Sisehace se ofrecieron al Santísimo Cristo de Chircales si la epidemia no entraba en dicha calle. Al no resultar contagiado ninguna de estas familias, decidieron fundar la Cofradía del Santísimo Cristo de Chircales de Valdepeñas de Jaén.

En otra ocasión, se dice que la cortina que cubría la pintura se quemó y sin embargo la pintura no sufrió el menor desperfecto.

Tras esto, los hermanos fundadores de la Cofradía del Santísimo Cristo de Chircales se comprometieron a celebrar una fiesta en Chircales el 14 de septiembre de cada año, primero se hacía en la ermita y al aumentar el número de hermanos pertenecientes a esta cofradía se trasladó la celebración a la Iglesia Parroquial de Santiago Apóstol.

La festividad congregaba a gran número de personas que aprovechaban para realizar transacciones comerciales, en general ganaderas, motivo que llevó a presentar el proyecto de celebración de una feria en honor del Cristo para los días 14, 15 y 16 de septiembre.

Años más tarde, acordaron trasladar la fecha de celebración al 2 de septiembre para que no coincidiera con la de Noalejo y así poder realizar más negocios en la compra-venta de ganado.

Valdepeñas de Jaén se viste de gala para su fiestas patronales. El 1 de Septiembre llevan el cuadro en procesión a la parroquia de Santiago Apóstol. Al día siguiente procesiona por el pueblo y se queda en el Altar Mayor, hasta el último domingo de Octubre que lo vuelven a subir a su santuario.

Además de la feria, se celebra una romería en Mayo en el paraje de Chircales, donde se celebra la eucaristía al aire libre y a la que acuden numerosas personas de la provincia. La primera se celebró el día 3 de Mayo de 1.940, festividad de la Santa Cruz y desde ese día se viene realizando el primer domingo de mayo.

Desde tiempos remotos, la fe en el Cristo de Chircales se ha ido extendiendo por todos los pueblos de alrededor y se organizan grupos para ir en peregrinación. Uno de ellos es Los Villares, que casi todos los años lo ha visitado y hay quien peregrina varias veces al año.

Con el transcurso de los años les han sucedido muchas anécdotas a los villariegos que realizan esta peregrinación ya que son muchas las veces que han acudido al Cristo de Chircales.

En el pasado se hacía el camino con burros o mulos aunque la mayoría iban andando. Muchas veces las madres lo hacían acompañadas de sus bebés y tenían que encender un fuego durante el trayecto para calentarles el biberón.

La metereología nunca ha sido un contratiempo, cuentan que una vez fueron dos mujeres solas aunque el camino se encontraba con niebla y caía una leve llovizna. Sin embargo, llegaron a la ermita sin perderse por la sierra y pudieron volver al pueblo a pesar del dificultoso camino.

Muchas personas de las que peregrinan, lo hacen con promesas. Por ejemplo, una mujer, en agradecimiento porque su tío se recuperó de una enfermedad, hizo promesa de no hablar en todo el camino. No fue un trayecto fácil, ya que se hace en convivencia y los compañeros le hablaban sin darse cuenta.

En Los Villares, un grupo de personas lleva dieciséis años seguidos haciendo el camino, con mucha fe. En su mochila un bocadillo y agua para saciar la sed. Al llegar a la ermita los esperan familiares ya que la vuelta se hace en coche.

Este año el camino se hizo el 16 de junio. A las 5 de la mañana, 27 personas esperaban en el conocido “Pilar de La Carolina” con bastones que sirvan de apoyo durante el trayecto. Inician el recorrido caminando hacia el cementerio, después las curvas de la Venta, tan cerradas y pendientes hasta llegar a la carretera. Este trayecto es el más duro, por eso se hace antes del amanecer. Al llegar al paraje conocido como “La Beata”, famoso por su yeguada, siguen por una “verea real” que atraviesa esta finca privada. Esta parte del recorrido se hace en orden y silencio ya que se pueden divisar avestruces, ciervos y caballos,

Al entrar en “Navasequilla“ se continúa rezando el rosario. A la derecha, hay una encina que sale del centro de una roca con el tronco bastante grueso. A la izquierda hay unas pilas que sirven de abrevadero para el ganado, más adelante está “el árbol viejo“, se le llama así por su enorme tronco y tamaño, a su sombra descansaban nuestros mayores y las bestias bebían agua en el arroyo que pasa junto a él. Muchas cabras y chotos corretean alrededor del cortijo y una laguna artificial pone una nota fresca al paisaje.

Debajo de unas encinas y sentados en piedras comen un bocadillo, descansan cuidando de no dejar nada de basura. Salen de esta finca y bajan por un carril, donde nos encontramos una piedra enorme y a la derecha se ve unas piedras que semejan un nacimiento, San José y la Virgen María de pie contemplando al Niño Jesús en la cuna.

Cruzan el arroyo, ya se puede ver Chircales. A la llegada al santuario se reza “Las Gotas de Sangre“, dando gracias al Señor por haber tenido un buen camino.

Este año, tuvieron un gran recibimiento por parte del párroco de Valdepeñas, Don Ildefonso Rueda Jándula y la hermana mayor del Santísimo Cristo de Chircales, Doña Manuela Armenteros Valdivia. Es la primera mujer con este cargo en la historia de la cofradía por votación y tuvo el detalle de recibirnos y obsequiarnos con estampas. Se encarga del mantenimiento del santuario, recibe a peregrinos y visitantes con mucha amabilidad y cariño. Para finalizar se ofició la Eucaristía, animaron a todos para que no se pierda esta tradición y les ofrecieron la casa anexa al santuario para descansar siempre que vayan.

Desde Mi Pueblo Informa hacemos un llamamiento a los jóvenes villariegos para que en el futuro sigan haciendo el camino a Chircales como sus mayores y Los Villares esté siempre allí presente.

!! VIVA EL SANTISIMO CRISTO DE CHIRCALES !!

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Fuente: Historia de Valdepeñas de Jaén, Félix Martínez Cabrera

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