Las Campanas de la Virgen

Esta historia ocurrió durante los oscuros años de la Guerra Civil Española, en un tiempo difícil y lleno de miseria donde tuvo lugar en Los Villares un acontecimiento milagroso.

El pueblo pasaba por uno de sus peores momentos, la guerra se cobraba muchas muertes y a diario se producían enfrentamientos inútiles y sin sentido. El miedo reinaba en las calles, la gente vivía en una tensión imperante de aquellos años. De hecho, algunas mujeres beatas, tuvieron que optar por rezar en sus casas en lugar de acudir a la Iglesia, con tal de evitar cualquier conflicto. Fue Eufrasia, una de estas mujeres devotas que había decidido no acudir a misa hasta que la guerra acabase, a la que le ocurrió algo asombroso.

Ella cada día bajaba hasta el huerto que había tras su casa, y allí acostumbraba  a rezar sus oraciones mientras la situación no se solventaba. Pidiendo en cada una de ellas que esta guerra terminase pronto.

Una tarde, bajó como de costumbre a su huerto, y allí entre los granados y lilos se arrodilló sobre la tierra, cerró los ojos, y comenzó sus oraciones. Entonces empezó a escuchar como alguien la llamaba por su nombre, cuando abrió los ojos vio que la Virgen María se había presentado ante ella en su huerto, la mujer no sabía qué hacer, ni qué decir… pero antes de que pudiese soltar palabra, la Virgen habló:

-Pide para comprar las campanas de la Iglesia, que hace mucho tiempo que no puedo oírlas.

Tras esa enigmática frase, la Madre de Dios desapareció tan fugazmente como había venido. Eufrasia, aún sin aliento, se levantó flaqueando y tras asimilar durante esa tarde lo que le había ocurrido en su huerto,  decidió que su deber era hacer lo que la Virgen le había encomendado, por muy confuso que a ella le resultase.

De inmediato, cogió todo lo que tenía ahorrado y salió a la calle para explicar a todos lo que la Virgen María le había pedido.

Las campanas de la Iglesia de Los Villares habían sido bajas del campanario y fundidas para hacer balas para la guerra. Desde entonces, la torre del templo no tenía campanas que tañer. Por lo que la Virgen María debía referirse a esto con su mensaje, o eso pensó la mujer.

Como ella ya esperaba, fueron muchos los que no la creyeron y aconsejaron abandonar aquella locura que estaba poniendo en juego su vida en esos tiempos tan peligrosos para cierto tipo de cosas. Pero otros sí que la creyeron, y cada uno añadió lo poco que podía al bote. Después de un tiempo de trabajo duro en la recaudación, por fin consiguió la cantidad que necesitaba para financiar las campanas  para la Iglesia. Y cuando finalmente fueron colocadas en el campanario y sonaron con fuerza por primera vez desde hacía tantos años; la guerra acabó como si de un milagro se tratara. Ese mismo día la Guerra Civil terminó.    Muchos que habían creído en el mensaje que Eufrasia afirmaba haber recibido de la misma Virgen, vieron en estos sucesos el milagro que todos habían estado esperando.

Desde entonces en el pueblo Eufrasia fue conocida por todos como Eufrasia “La Campanera”.

Alvaro Luque Lomas

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